sábado, 19 de marzo de 2016

AHÍ SE LO MANDO



Ahí se lo mando seco a ver qué le saca la pendeja. Lo hará trabajar como a un condenado sin más que el sudor para apaciguar la sed. No es una idiota como para que la endulce un chocolate desabrido; tampoco es una crédula para fingir que todo lo cree. Detrás de la puerta, como una fiera al acecho, seguro le monta una celada de la que no podrá escurrirse. Ya le tiene prendido a su medida. Creo que a estas horas debe estar girando la llave el pobre diablo, como si con sigilo fuera capaz de una vena autoritaria. Se me figura que querrá hundirse en la cama sin siquiera mover un dedo. Pretextará un cansancio que si lleva consigo, uno que de ningún modo se sentaría a explicar ni porque así pueda sentarse un rato. Insinúa, seguramente desde lejos, que cualquier roce amargaría como la hiel. Omite la comida por razones que tampoco tienen que decirse, aunque por lo demás sean muy sospechosas. Bosteza, eso sí, como un viril león, pero ya nota que no puede librar el trance sin un arañazo de los míos. Dormir impunemente es imposible entonces, sólo un desvelo aceptable le puede evitar la pesadilla que tanto teme. De pronto resulta peligrosa la cornamenta que le puso a su propia mujer. De pronto llegará la noche a pesar de que el crepúsculo colme el cielo con sus mieles. Sabe que ya está dentro de su casa, bajo destellos de zinc, así que no hay ningún rincón donde pueda guarecerse. Si se impone un acto repetido, lo que justo va ocurrir, no le quedará más remedio que hacerse el fuerte. Durará más que lo normal, eso puede profetizarse hasta después que acabe todo. Hay que dejar que hagan y deshagan los tortolitos, porque olores de ajenas proezas tienen cierto vigor afrodisíaco. Pasan los minutos. Unos minutos más. En fin, se alegra de que las cosas terminaran dentro de ciertos límites favorables. Lo mismo no puede decirse de sus quemaduras. Ella se va al baño. El pobre diablo ya parece un angelito, ruborizado y sensible. Tan inocente al mismo tiempo, como si el único pecado fuera el de ceder hace poco. El sueño urge antes de sus manglares. Tiene ganas de orinar toda la noche, esto en verdad es así. Cuando le toque su turno irá a desaguarse como una yegua o más bien como una lluvia. Sin embargo, parece que algo no está bien. Él se comportó como debía, pero de seguro tanta ausencia prolonga un reproche. Ahí está. Después de todo sale su virgen de siempre, lleva una cara hecha de muchas caras horribles y apenas una gota en su mano; una gotita que la bruja tuvo que parir con los más retorcidos pujos de mujer alguna. El milagro no la hace feliz, por cierto, y él ya conoce su destino. De pronto se imagina tantas palabras providenciales, pero ninguna puede socorrerlo ahora. ¿Cuáles salidas son lúcidas ahora? Ahora mismo quisiera saber cuáles. No puede creer que las mujeres lleven tan maliciosos cuernos, pero en aquella mano quedaba lo que a él tanto le costó ofrendar con devoción y sacrificio. Casi se mea, pero cómo va el baño cuando el mundo con una gota se le viene encima. Ahí está de pie, estéril, sin saber ni cómo sentarse. Se lo mandé mudo y seco. Bueno, casi seco, para que por fin ella entienda mi mensaje, y que sea el propio emisario la prenda que me cobro. Sí. A ver qué más le saca la pendeja.


No hay comentarios: