No
quiero volver con el papá del niño. Cómo va entender la criaturita
si tengo que explicárselo muchas veces, igual que a un huérfano. Se
le parece mucho, es verdad, pero un padre así no tiene cara para
que su vástago le mire con otros ojos. Además, ya ningún consuelo
lo tendré por ofrenda. Me jura, y con el mismo énfasis, que no será
como cuando tuvo a punto de malograrse el parto. Me jura que sólo el
regreso lo hizo volver en sí. Me jura que una mujer malvada le dio
un bebedizo, ay, como si nunca hubiera brindado con la misma copa. Me
jura que hoy se arrepiente y que también se arrepiente de no haberlo
jurado a tiempo. El primer día le hubiera perdonado todos estos
años, es verdad, pero después de estos años ya sólo le perdonaría
ese primer día. Cuando se fue podía creerme cualquier cosa, incluso
le hubiera creído que un día como hoy se aparecería de repente,
diciéndome lo que me dice hoy y lo que hoy me dice de mañana. Pero
hoy es otro día y mañana está por amanecer. Si trata de
persuadirme con similares encantos y promesas, será porque quiere
fecundarme una y otra vez, en pos del mismo niño que abandonó en su
nacimiento. Cierta fatiga inconclusa le hace urdir una vida de
lealtades sospechosas. Seré madre de nuevo, por supuesto, pero no
porque él se proponga forzar su régimen devoto, ni porque lo exalte
fugas venideras, ni porque crea que es el único bajo mis pies. Ahí
viene. Creerá que le diré que sí, así como si nada. Mi respuesta
será otra, más oblicua que un no rotundo, y la conocerá por fin de
frente, después de cinco años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario