domingo, 31 de enero de 2016

Boceto


No quiero volver con el papá del niño. Cómo va entender la criaturita si tengo que explicárselo muchas veces, igual que a un huérfano. Se le parece mucho, es verdad, pero un padre así no tiene cara para que su vástago le mire con otros ojos. Además, ya ningún consuelo lo tendré por ofrenda. Me jura, y con el mismo énfasis, que no será como cuando tuvo a punto de malograrse el parto. Me jura que sólo el regreso lo hizo volver en sí. Me jura que una mujer malvada le dio un bebedizo, ay, como si nunca hubiera brindado con la misma copa. Me jura que hoy se arrepiente y que también se arrepiente de no haberlo jurado a tiempo. El primer día le hubiera perdonado todos estos años, es verdad, pero después de estos años ya sólo le perdonaría ese primer día. Cuando se fue podía creerme cualquier cosa, incluso le hubiera creído que un día como hoy se aparecería de repente, diciéndome lo que me dice hoy y lo que hoy me dice de mañana. Pero hoy es otro día y mañana está por amanecer. Si trata de persuadirme con similares encantos y promesas, será porque quiere fecundarme una y otra vez, en pos del mismo niño que abandonó en su nacimiento. Cierta fatiga inconclusa le hace urdir una vida de lealtades sospechosas. Seré madre de nuevo, por supuesto, pero no porque él se proponga forzar su régimen devoto, ni porque lo exalte fugas venideras, ni porque crea que es el único bajo mis pies. Ahí viene. Creerá que le diré que sí, así como si nada. Mi respuesta será otra, más oblicua que un no rotundo, y la conocerá por fin de frente, después de cinco años.


No hay comentarios: