martes, 3 de abril de 2012

Poemas





LA MUERTE DE REMBRANDT (fragmento)

II

Con dormir bastaba
Para doblar las espigas.
Me adentré en mis vertiginosos escalones…
Fue necesario que el sueño se acostumbrara
Al entrevero de las despiertas púas,
A rodar como un cráneo repleto de flores…
Sin verme, máscaras iban sonriendo
A tientas de sus disfraces;
¡Ah! La luz, la recuerdo laberíntica,
Caía en mis puños,
Como lento mapa por el Minotauro encubierto…
No toqué frente a mí nada que estuviera lejos de mí…
De mis pasos, huellas:
Deshojadas huellas bajo mis zapatillas.
Huellas
Que dulcemente amortajaban mi peso…
Alejé mis manos como huellas
Que sepultan su peso en una inconstante orilla.
Apunté mi mano buena, como báculo crispado,
Hacia el parteluz: el único oráculo de REMBRANDT.
¡Esfuerzos inútiles! ¡Inútiles secuencias!
(Ya se le  había redondeado un ombligo
Al piadoso halo de esta segunda estrofa.)
El cansancio dobló mi sangre;
Y ella, mi sangre cansada, dobló su último recodo;
Dobló mis antiguos desvelos
Como a débiles espigas…
Apenas pude, sobre la joroba de mi sangre,
Borrar las jorobas tatuadas atrozmente
En mi lomo.
Pero al cabo tuve que liberar las monedas,
Cuyos brillos de mariposas numismáticas
Propiciaban un costo tan hostil como la efigie y el revés;
Tuve que cerrar los relojes como abanicos a la intemperie,
Porque aquí adentro mi antiguo horario
Però comprender puoi che tutta morta
Fia nostra conoscenza da quel punto
Che del futuro fia chiusa la porta—,*
Al ras de sus retrasos
Y de las separaciones extendidas en el crimen,
Enmarca las arquivoltas de un sordo tímpano
Alzado aún en estas ruinas…
Y porque mi edad es la cifra final de mis asuetos:
Tan fija como ardua; tan turbada por testigos,
Y habrá de envejecer,
Ser el óbice de cada uno de mis impostores
O una cifra circular de cada reloj extranjero…
Sólo afuera. Sólo afuera, sólo afuera…
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* Divina Commedia, Dante Alighieri.



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