PRIMERO SÁBADO QUE DOMINGO



















P E R S O N A J E S:



OBDULIO

LUCÍA

NATALIA

CLEMENCIA

EL CASERO

EL CARTERO

VOCES EN OFF












ACTO ÚNICO


I hate this affectation of youth, sir. It is a great deal too prevalent nowadays.

Oscar Wilde


Escena I

(Una habitación estrecha en un piso superior. La amplia cama en desorden. Trapos en el piso. La ventana da a las ramas de un árbol en silueta. De noche. En cierta esquina, cierta radio. Las tres mujeres disputan una cobija con ardor.)

  1. LUCÍA.Suelten, que ésta es mi bandera.

  2. NATALIA.Con el frío que hace, bien puede ser también mi causa.

  3. CLEMENCIA.Y yo no voy detrás si así ustedes me abanderan.

  4. LUCÍA.Vamos.

  5. CLEMENCIA.Que no.

  6. NATALIA.Faltaba menos.

  7. LUCÍA.Pues que falte lo que falte, porque este trapo es mío.

  8. NATALIA.¿Quién lo dice?

  9. LUCÍA.Lo digo yo.

  10. NATALIA.Ah, ¿tan segura estás de urdir lo que no tejiste?

  11. LUCÍA.Como que pintaría en ella dos mortajas.

  12. CLEMENCIA.Al menos denme una esquina.

  13. LUCÍA.Tiene razón, vamos a darle un esquinazo, y luego doblamos nosotras el dilema.

  14. NATALIA.Esperen. ¿Por qué todas las noches esta disputa nos desnuda?

  15. LUCÍA.Porque prefieren desvelarse antes que dormir como el sueño manda.

  16. CLEMENCIA.Verán, muchachas, somos tres, ahora se me ocurre terciar de este modo. Fíjense. Puesto que cada una procura un lugar bajo el mismo trapo, se me figura entonces que podemos compartir la cama, porque siendo la única cama ha de tenderse completa y sin que para ello hagamos jirones.

  17. LUCÍA.Qué inteligente, Clemencia. Lástima que lo tenga que ser con la misma idea de todas las noches, ¿verdad, Natalia?

  18. NATALIA.Sí, tienes razón, Lucía, y por ello es que la idea funciona. Vayamos a dormir. (Con suspicacia las mujeres aflojan la cobija. Súbitamente Lucía la gana de un tirón.)

  19. LUCÍA.El centro es mío, pues en mi trono está. Soy la más bonita y mis defectos sólo pueden adornar a mis virtudes. (Bailando con la cobija.) Miren como mi ley es la de siempre.

  20. NATALIA (a Clemencia). — Ah, siempre nos encandilas con ese chispazo de siempre.

  21. CLEMENCIA.A dormir, entonces, en el lado siniestro de su tiranía. Tú, Natalia, por lo menos eres su diestra compañera. (Se pone un guante blanco en la mano derecha.)

  22. LUCÍA (se tumba en el centro de la cama). Vengan, sin resentimiento. Hablemos de arte mientras nos dormimos. ¿Qué haces, Clemencia?

  23. CLEMENCIA (acuciosamente).Jugaba a una metáfora, pero presa soy de su ardid. Ay, mujeres, con nada sale este guante. Voy a tener que morir con él.

  24. LUCÍA.Será de gala tu muerte.

  25. NATALIA.Y de muerte lenta el Vals.

  26. CLEMENCIA.¿Por qué esos chistes?

  27. LUCÍA. — La muerte siempre se verá mona con el luto, aunque así se encubra para dar en el blanco. (Palmeando los dos costados de la cama.) Alléguense, que la vida también lleva elegancia entre sus vendas. (Las dos se tumban en la cama.)

  28. CLEMENCIA.Y qué con este guante.

  29. NATALIA.Duerme con él y no jodas más, o quieres que te lo quiten para abofetearte.

  30. CLEMENCIA.¿Me retas?

  31. NATALIA. — A un duelo que no me acongojaría demasiado.

  32. LUCÍA.Dejen ese humor, si no quieren reír a dentelladas.

  33. CLEMENCIA (de repente.) Queridas, ¿se acuerdan de aquel pintor que se ruborizó tanto? (Al fin se quita el guante, como si nada.)

  34. NATALIA.Hasta se le subió la sangre a las orejas, como si sus enemigos brindaran por los ecos más distantes.

  35. LUCÍA.Bah, ese muchacho es tan cínico, que seguramente la sangre estaba demasiado fría para cualquier catador que lo escupiera en la cara.

  36. CLEMENCIA.¿Por qué desconfías siempre, Lucía?

  37. LUCÍA.Ha de ser porque con ustedes hice escuela.

  38. NATALIA.Oigan, volviendo al tipo, dicen que tras pintar un lienzo se mandaba una buena pinta de whisky que le ponía en blanco. Salía a la calle como un loco a disparar al cielo.

  39. CLEMENCIA.La gente habla mucho; como podría ser así. Por el cielo mismo, que el cielo no lo alcanza nadie.

  40. LUCÍA (riéndose). — Tus chistes, mujer. Ay, tu chistes son tan deformes, mancos, cojos y poco agraciados que no puedo dejar de reírme de ellos.

  41. NATALIA.No empecemos, que ya(Bosteza.)

  42. CLEMENCIA (con candor).¿No íbamos hablar de arte?

  43. LUCÍA.Puesto que ése es el tema, permítanme la pregunta de hoy. Será breve lo que encierran estos enconados garfios. (A quemarropa.) ¿Pueden imaginar a la Gioconda de Duchamp sin bigotes?

  44. CLEMENCIA.A ver, espera, espera

  45. LUCÍA.Vamos.

  46. CLEMENCIA.Creo que sí.

  47. LUCÍA.Bien, Clemencia, ese es Leonardo Da Vinci; tan ingenioso como para rasurarse en el siglo veinte. Ahora a dormir, que mañana será otro día. No pasen estas horas en vela, si no quieren quemarse a oscuras. También es peligroso para el finado velarlo con un infierno.

  48. CLEMENCIA (con despecho).¿Nos llamas trasnochadas?

  49. NATALIA (bostezando).Cálmate, mujer, en verdad las vigilias no transcurren impunemente. Según dicen, a no me consta, tampoco tienes que creermepero dicen que desvelarse puede acarrear migrañas, anemias, otros insomnios, además de un envejecimiento que sólo las patas de gallo pueden resolver con sus espuelas… (Bosteza.) Bueno, eso es lo que dice la gente. Yo por eso me voy a dormir, aunque el sueño me disuada un poco, pero imagínate que me trasnochara, entonces sí que encarnaría una pesadilla. (Larga pausa.)

  50. CLEMENCIA.¿De veras mañana será otro día? Se durmieron, ¿tan rápido? Oigan: ¿no es de hoy en siete que le llega el sábado a un cochino gordo? (Oscurece.)

Escena II

(Al amanecer. Clemencia y Natalia hacen la cama. Lucía saca un diario que echa de ver bajo el flequillo de la cobija.)

  1. LUCÍA. — ¿De repente un periódico, justo donde se deshilacha la urdimbre de este trapo? ¿Qué tramará? (Lo despliega y lee.) Se busca cartero lacreado a la antigua. Medio leído, ya que no letrado. Envíe su ficha por correo a la siguiente dirección: Avenida rey de espada, etcétera, etcétera. No se reprocharán los matasellos anteriores al mes que viene. (Tirando el periódico.) Claro, porque si están en regla, luego no le sobran centimetros. Por supuesto, el imperio de la ley, muy lógico, muy lógico, señoras. Como nos pegue la luna a todos, resulta ser muy lógicos. Ya ven. Como quisiera que Sócrates fuera mi lacayo, luego sería una señora demasiado distinguida y sensata como para rebajarse a tener una aventura con su lacayo.

  2. CLEMENCIA.Sí, muy lógico. (Natalia toma el periódico y lo despliega.)

  3. NATALIA.Escuchen este aviso. (Lee mientras se pasea por la estancia.) Casero sin compromiso compromete su piso superior a casamentera responsable, entrada en años, pero no salida de los viejos tugurios de la ciudad. Precio a convenir. Búsqueme en la fuente de Cupido a la seis, que me aguijonea la impaciencia antes que el amor. (De repente, con amarga ironía.) ¿No será el viejo pendejo que nos renta este santuario de la incomodidad?

  4. LUCÍA.Tienes razón, Natalia. Dice piso superior, no da nombres ni números telefónicos, tampoco señas particulares. que tienes razón, mujer, y para tenerla no hace falta que Platón o Aristóteles se unan a la servidumbre. (Golpeando el periódico.) Este tipo, que no se atreve a encararnos, ya nos echa en cara su perfidia. Que hay gente mala en el mundo, señoritas; tanta gente como para que ya sean peores que sus ancestros.

  5. CLEMENCIA.Pero llegará el momento que haya de enfrentarnos.

  6. NATALIA.Sí, Clemencia, pero lo hará con una partida de ajedrezados azules.

  7. LUCÍA.Y ni con un jaque mate venceremos su derecho.

  8. CLEMENCIA.¿No me digas que tú, Lucía, te dejas amilanar por este rechoncho escarabajo?

  9. NATALIA.No es cosa de amilanarse o acarrear la espada de la guerra. Cálmate, respira profundo. Ahora: ¿ves esa ventana? ¿Ves como las flores de ese árbol siluetas también tienen sombras? Ese viejo nos rentó este piso no para que escribiéremos un soneto bajo inspiración de lo que vemos, sino porque el dinero, cuyos afanes nos enceguece hasta este punto, también alumbra a su alma avara.

  10. LUCÍA.Pero no teman. Si nos hemos peleado por la cobija, y sólo por separado nos odiamos bajo el mismo techo, luego la intemperie tiene más sentido dentro de este cuarto que afuera.

  11. CLEMENCIA.Aún no entiendo.

  12. NATALIA.A mi tampoco se me alcanza.

  13. LUCÍA.Pues que bajo el concurso del mismo cielo podemos ser obedientes con la renta, pero si el casero nos echa, desordenando su registro de inquilinato, seremos las diosas que rijan la condición de este piso, y este poder él apenas lo sospecha. Cuando regrese, no demuestren que ya sospechamos de su ardid. Al contrario, con deliberada ignorancia, que es la más sabia virtud de un problema, inventemos una excusa para no pagar este mes. Démosle largas a su paciencia y aumentemos sus ansias con esta lupa, que de antemano un plan instruye. (Toma un diminuto grano de mostaza, que las otras escrutan.) Así entenderá que será grande nuestra venganza.

  14. CLEMENCIA (con decepción).Pero si es un grano de mostaza.

  15. NATALIA (con vívido entusiasmo).Sí, pero las aves anidarán en él.

  16. CLEMENCIA (con reflexiva complicidad).Y el viejo se cagará de que los huevos empollados arriba se caguen en los suyos atragantados abajo.

  17. LUCÍA.El que demoremos lo dejará en pelotas; así de redondo le es menester intuir que una espina nuestra, crecida a la intemperie, desinflará su orgullo, y ningún pedo alcanzará para redondear nada.

  18. CLEMENCIA.¡Bravo, mujer!

  19. NATALIA.Esta tregua, sin embargo, será otro móvil de disputa.

  20. LUCÍA.Luego las aventajaré de nuevo. No sé preocupen todavía.

  21. CLEMENCIA.Ah, sí.

  22. NATALIA.Eso lo veremos cuando venga Obdulito. (Oscurece.)

Escena III

  1. LUCÍA.Ya debe estar por llegar el casero.

  2. CLEMENCIA.Viejo avaro.

  3. NATALIA.Si después de enviudar se hizo una viuda vieja, hombruna e intransigente, luego es la menopausia que, con obstinada puntualidad, no admite excepciones en sus calorones.

  4. LUCÍA. —Sus humores no les harán reir. Escuchen.

  5. CLEMENCIA.Está por entrar.

  6. LUCÍA.A comportarse tal lo dicho. La excusa, emplumada al vuelo, arremolinará el aire que él viejo se dé. (Con familiaridad gira el picaporte, al fin entra el casero, regordete y lento como lo que tardó la calva en coronarle.)

  7. EL CASERO.Muchachitas, qué bonitas lucen. Y qué monas se verían si me pagan mientras les adorno el piropo.

  8. NATALIA.Siéntese, señor; está en su casa. (El casero se sienta a sus anchas.)

  9. CASERO.Tanto más me complace su hospitalidad, como que en esta silla recibiré mi mes.

  10. CLEMENCIA (aparte).Y mensualmente el revés.

  11. LUCÍA.¿Acaso hoy estamos en agosto, señor?

  12. CASERO (divertido).Qué importa a qué estemos, mientras el año tenga sus doce pagos.

  13. LUCÍA.Yo pienso que es año nuevo, pero mis hermanas dicen que vamos a medias.

  14. EL CASERO (ya contrariado).¿A medias?

  15. LUCÍA.Aunque ellas irán descalzas por nomás contrariarme en la mitad.

  16. EL CASERO.Yo sólo estaré de acuerdo con las tres cuando se pongan al día; lo que más que un trato, es mi derecho.

  17. NATALIA.Sucede, señor, que el asunto va dos a uno, y aquí no somos así de democráticas. Eso de que la ley sea parcial a la mayoría... es, por otro lado, un pensamiento de una chusma menor, incompleta y asimetríca además.

  18. LUCÍA.Ciertamente a partes no se redondea nada.

  19. CLEMENCIA (su mirada consulta a Lucía).Respecto a su derecho, el asunto se arregla mancomunadamente. Al unísono, como dirían todos al tiempo.

  20. LUCÍA (sentenciosa).Si las tres no coincidimos en un mes, luego cómo pagar esta mensualidad. Su misma demanda, señor, anticipa que aun menos posible sería ponernos al día. ¿No se da cuenta?

  21. EL CASERO.¿No estarán hablando en serio?

  22. CLEMENCIA.Por supuesto que estamos hablando en serio.

  23. LUCÍA.Pero si le gusta que le hablemos en broma, pues hoy le pagaremos sin falta. (El casero ríe nerviosamente.)

  24. CLEMENCIA.¿Verdad que es un buen chiste?

  25. NATALIA.Pero se nota que el señor es muy envarado para reír de mejor talante.

  26. LUCÍA.No se necesita que el chiste le divierta, pero que lo entienda, según ya le preocupa.

  27. EL CASERO (se levanta como un resorte).Hoy es fin de año; eso debería resolver el dilema, ¿no es cierto? (Como revelando sus intenciones.) Luego yo podría cerrar este ciclo, antes que un círculo vicioso cierre esta puerta para siempre. (Ya visiblemente nervioso.) No pueden hacerme estomancarían mi cuenta.

  28. LUCÍA.¿Dijo que era fin de año?

  29. EL CASERO.Sí, eso bastaría para terminar con esta desagradable escena.

  30. CLEMENCIA.Pero antes no le importaba el mes en que estuviéramos.

  31. NATALIA.Y luego, de un solo golpe, estamos en diciembre. Mire, usted.

  32. LUCÍA.Según mi cuenta, faltarían once meses para creer en su vertiginosa salida.

  33. CLEMENCIA.¿Y según la de nosotras, Natalia?

  34. NATALIA (sin dejar de ver al sudoroso avaro).Poco más de tres meses.

  35. LUCÍA.Y aun por creerle, no convenimos acuerdo. Sería ya un trilema.

  36. EL CASERO.No me importa si no se ponen de acuerdo, pero

  37. CLEMENCIA.¿Qué día de diciembre, señor?

  38. EL CASERO (sin sobreponerse).El veinticuatrono, no, esperen: el veintinueve. Bueno, veinte nueve o veinticuatro.

  39. LUCÍA.Parece que su mentira pone otro dilema. Pero no vamos a robarle, buen hombre, y eso parece ser la única verdad que nos concierne. Así que recordaremos la cuenta mientras la memoria se ponga de acuerdo.

  40. EL CASERO.Si van a robarme, pueden desvalijar el piso con la sola condición de que yo las eche de menos, ¿verdad? (larga pausa.) Aunque salieran de aquí como un huracán, yo no las reportaría a las estadísticas metereológicas. (Acaso convenciéndose a mismo.) De veras. (Otra pausa cortante.) La incertidumbre es el lado siniestro de una buena intención, y entretanto me carcomerá la impaciencia de ver verificada la buena fe de ustedes.

  41. LUCÍA.Son los gajes de tener prójimo.

  42. CLEMENCIA.Hace un momento tenía prisa de que le pagáramos hasta lo último, y ahora lo último que quiere es que nosotras... Suda copiosamente su calva, señor, cualquiera diría que hacemos llorar su entendimiento.

  43. NATALIA.No se quiebre más la cabeza.

  44. LUCÍA.Un despecho no es para pensarlo a despecho de una taquicardia. Debe calmarse, señor. No es difícil que le paguemos, puesto que no somos unas ladronas.

  45. CLEMENCIA (pensativa).También será honroso saldar la deuda con unánime convicción. Me parece que al cabo la conseguiremos, así como conseguimos este piso.

  46. EL CASERO.Igual me malograron el año.

  47. LUCÍA.¿Y por qué lo quería terminar así, a la machota?

  48. NATALIA.Si acaso es verdad que estamos a fines diciembre, por cierto.

  49. EL CASERO (fingiendo serenidad).Me gusta redondear todo sin importar la costura.

  50. LUCÍA.Empelótese y se da un enérgico baño, y ya verá que redondeará mejor su calma. (El hombre va a la puerta contrariado.) No se preocupe por nosotras, somos gente de palabra.

  51. EL CASERO (ensimismado).Pero las palabras se las lleva el viento.

  52. CLEMENCIA.Las de nosotras la usamos de pisapapeles.

  53. LUCÍA.Y ningún recibo suyo se ha volado. (Sale el casero.)

  54. CLEMENCIA.Este tipo casi se muere de un ataque.

  55. LUCÍA.Qué avaro más extraño, se le iba la vida en algo más imperioso que el dinero, un no qué que lo abrasaba hasta casi estrangularlo.

  56. NATALIA.Como si rompiera un pacto en su perjuicio.

  57. LUCÍA.Eso es. Pero no se puede negar que tiene chispa.

  58. CLEMENCIA.¿Y si hubiera estirado la pata el calvo?

  59. LUCÍA (divertida).La más corta para que no renquera en el infierno. (Larga pausa.)

  60. CLEMENCIA.Aunque si hubiera muerto en este pisoQuién sabe

  61. NATALIA (con solemne seriedad).Sólo esos nos faltaba, que la pelona nos tomara el pelo.

  62. LUCÍA.Quizá para hacerse un peluquín, que gracioso será verla con un peinado a la moda. (Ríen todas y oscurece.)

Escena IV

(Una estancia mínima, con apenas un espejo cuyo doblez decora cuanto refleja. Luz tenue y lejana. En segundo plano, vagas ventana que quizá no distinguen el día de la noche.)

  1. OBDULIO.Estoy muy joven. Apenas el día de ayer despuntaba mi capullo, pero ¿acaso hoy en día, los de ayer, no seguimos siendo adolescentes?

  2. VOZ EN OFF.Te cuento algo, hijo, tu adolescencia precede a tus nostalgias. Con tanta tierra de por medio, sólo una sepultura nos hace revivir nuestro primer polvo.

  3. OBDULIO.Ese eres tú, mayor, que ya estás polvoriento y ni empolvado te estornuda.

  4. VOZ.Ya es viejo quien disputa con su abuelo.

  5. OBDULIO.Pero si tengo 22 años.

  6. VOZ.¡Qué viejo estás! Ya de tu futuro juvenil te queda apenas el ombligo.

  7. OBDULIO.No me conformaré con mis nietos. Si no lo sospechas, el futuro comenzó antes de que cualquiera pretextara un mundo anterior a sí, y eso precisamente fue la única moda de tal principio; lo que venga es futuro, futuro monolítico, futuro soñado por muchas generaciones. Futuro soñado antes de Cristo. Futuro después de Cristoetcétera, etcétera.

  8. VOZ.Por otro lado, el futuro es un dogma muy newtoniano para mí. Deja ese espejo tranquilo, no lo flageles con tus arrugas.

  9. OBDULIO.Aunque, según tú, ya no sea un adolescente, debo arreglarme el cabello; ten en cuenta que aún no soy tan adulto para peinar las arrugas de mis mayores.

  10. VOZ.Sí. Tal vez eres un tipo casi adulto que ni frente al espejo aparenta más edad.

  11. OBDULIO.Bueno, tengo que irme. Hoy salgo con una alocada de ayer.

  12. VOZ.Y, ¿qué tal está hoy?

  13. OBDULIO.Ah, viejo verde. Sus esplendores son tan vigente que sus ruinas futuras nunca pasarán de moda, además tiene un pasado como un resorte que la hace saltar para todas partes.

  14. VOZ.Un lugar común muy newtoniano, por cierto.

  15. OBDULIO.Bueno, yo no estudio filosofía porque sólo brindo por ella, aunque da tantos motivos de brindis que no dudo en embriagarme. Pues si dudarano … Q quiere que te diga, me gustan las mujeres jóvenes que hayan vivido antes de alumbrar. En ese punto, soy enchapado a la antigua.

  16. VOZ.Sí, todos los hombres del futuro son iguales, ha de ser porque son muchos. ¿Qué hay sobre la medicina?

  17. OBDULIO.Descubrí que es una carrera poco seria. Sólo para jugar, y cosas así.

  18. VOZ.No me digas.

  19. OBDULIO.De veras. Ser médico es como ser el testigo de un homicidio impersonal. Interroga más de lo que es capaz de responder, y apenas si rotula nombres en un idioma que no ha muerto porque los abogados aún lo cogen in fragantiSiempre se está coleccionando juguetes a diferentes escalas: huesos, cadáveres enumerados, viseras en alcohol, ya sabes. Francamente, yo no me veo así, cuando tenga patas de gallos y procure de mis últimas horas tales espuelas.

  20. VOZ.¿Qué tan lucidos son tus soliloquios?

  21. OBDULIO.Bueno, en cierta forma seré adulto. A pesar de que no soy ateo, me parece que tendré tiempo para envejecer, acaso por sobrevivir a todo me quede un poco de tiempo para el ocaso. (Arreglándose la corbata.) En fin, creo que seré adulto por resignación y no según méritos juveniles.

  22. VOZ.De joven se es el lerdo geómetra, cuyas desproporciones quedan probadas en la vejez.

  23. OBDULIO.Por entender esos ejercicios es que le temo a la ley de los inexpertos. (Pausa, volviéndose.) Bueno, no soy un practicante fúnebre; pero soy lo suficientemente teórico en admitir que mi muerte tendrá un sentido práctico para cualquiera que entrevea en ella un posible ejemplo.

  24. VOZ.Y qué hay de la marinaquerías enrolarte, ¿verdad?

  25. OBDULIO.No, no, no, no; sólo te dije que me gustaba la historia militarTe hablaba de la Batalla de Lepanto, ésa en donde un Quijote le mancaron la mano siniestra antes de acometer sus molinos a diestra de su mano, y cosas así. Bueno, nos vemos después, viejo. (Palmeando el aire.) ¡Ah! (Se vuelve.) Viejo verde, hace un año me prometiste que yo iba heredar tu fortuna, y sólo ha pasado un año desde entonces. Vaya que ha sido un año, hasta me ha dado tiempo de contarlo día por día, a 365 grados de fiebreademás, ni siquiera has muerto, viejo cachondo, con lo bisiesta que es tu enfermedad. (Riéndose.)

  26. VOZBueno, para la plebe, señorito, la demagogia no es una mala política si se improvisan animadas promesas. (Reconsiderando lo dicho.) Y tú, ¿de qué te quejas? ¿No has sido feliz desde la semana pasada?

  27. OBDULIO (decepcionado).Sí, tienes razón. Ganarme la lotería es el simulacro más estúpido que me ha tocado en suerte tolerar. (Ya animadamente cínico.) Pero al menos soy un millonario, que también heredó la ambición de su abuelo. Pues tengo un abuelo, señor. (Pellizcando ficticias mejillas, con voz de infantil adulancia.) Un ancianito que también me legará algo más que eso de ser tan ambicioso. No hagas coraje, viejo. Es que soy único, por eso se me ocurren esas vainas.

  28. VOZ.Hoy en día eso de ser único no es algo muy original que se diga.

  29. OBDULIO.Ése es el precio de la popularidad. Ah, viejo, ponme en la lista negra si quieres, igual ese será tu luto. (Sale con una risita juvenil)

  30. VOZ (a través del portazo).Ha crecido el chicuelo, a pesar de que la dieta de su devenir está por venir y no llega por el embotellamiento newtoniano. (Aclara la garganta.) Lo que hay que oír:enchapado a la antigua. ¡Qué bárbaro vocabulario! Nomás eso falta para ser orejón. Enchapado a la antigua el ataúd que nos espera siempre. (Oscurece.)

Escena V

  1. CLEMENCIA.Al fin viene Obdulio. Tanto habla de mismo, que ya se me figura familiar. Debe ser de porte galante, gallardo y juvenil como su despreocupado humor.

  2. NATALIA.¿De dónde le conoces así de bien?

  3. LUCÍA.Luego ya ambas lo conocían. Sí, ya veo que lo pueden describir con precisión. Yo inicié las premoniciones, pero ustedes hicieron de lo segundo su ministerio. (Señalándolas.) De antemano les digo que los últimos son los primeros en quedar al margen, y si aun en esto se rezagan sólo les quedará guiar su misma condición. (Con ínfulas.) Además, soy muy afortunada como para perder.

  4. CLEMENCIA.A ver: ¿qué tan afortunada?

  5. NATALIA.Sí, me gustaría saberlo.

  6. LUCÍA.Tanto que a dúo ustedes me cantan un as.

  7. NATALIA. ¡Qué pretenciosa es esta mujer!

  8. CLEMENCIA.Pero nosotras también tenemos suerte.

  9. LUCÍA.La de acompañar a la más afortunada en una buena mano. (Despectivamente.) En una tan buena, por cierto, que no la trocaría una gitana con sus fachas.

  10. CLEMENCIA.Ya veremos cuando él llegue.

  11. LUCÍA (abanicándose). que veremos, séquito mío.

  12. NATALIA.Que han de ser los gusanos, según mi suerte.

  13. LUCÍA.Tu larvaria envidia no mora en el capullo fresco. (A Clemencia.) Y tú, déjate de sentimentalismo. Por Dios, lloras hasta de ver que las lágrimas rebasan tu llanto. Por lo menos brinda antes de que salpiques.

  14. CLEMENCIA (con sentido despecho).Si siguen así, ésta será la última vez que me vean entre vosotras.

  15. LUCÍA.Me temo que eso de verte por última vez va pasar con desafortunada frecuencia.

  16. CLEMENCIA (sollozando).Con la frecuencia de mis lágrimas.

  17. NATALIA (maternalmente).Tranquila, mujer, es bueno que no saquemos los trapos sucios al sol, justo en un día de eclipse; pues el que no se oreen asegura nuestra hermandad.

  18. LUCÍA.El único signo de nuestro común horóscopo.

  19. CLEMENCIA (a Natalia).Tú, por ir a la sombra de cuanto me abrasa, eres la que más me calienta. Ay, si esta fiebre ciñe mi delirio, ya quisiera verte en la picota.

  20. NATALIA.Pues que Obdulio nos vea maquilladas a pulso de arañazos. (Riñen brevemente.)

  21. LUCÍA.De aquí para allá hagan la guerra si en ello hallan su fin; pero acá, ni las paces, porque las combatiré a brazo partido. (Se vuelven las dos contra Lucía.)

  22. NATALIA.Más manca te dejaremos si te atreves.

  23. LUCÍA (desafiante).Ah, sí.

  24. CLEMENCIA (intercambia una mirada de complicidad con Natalia).Ese es el pacto.

  25. LUCÍA (aguzando el oído, luego con innata autoridad).Cállense, insensatas. Está por entrar Obdulio. (Improvisadamente se acicalan.) Qué tal estoy.

  26. CLEMENCIA.Sabes que eres la más bonita de nosotras, saberlo siempre al parecer es mi mejor virtud.

  27. NATALIA.Y puesto que te gustan los piropos, LucíaAnda, pues, aún más linda, y di que nosotras lo somos en cierto grado.

  28. LUCÍA.No teman. Mientras mi belleza sea eterna, habrá tiempo de que en algo las halague. No riñamos, y que él escoja. (Se vuelve a ellas.) Como la principal, y porque conviene una buena impresión de entrada, yo le daré la bienvenida aparte; la hospitalidad siempre designa un anfitrión desenvuelto.

  29. NATALIA.¿Y cómo sabremos que no sacarás partido?

  30. LUCÍA.Cualquier ardid en ese rol no funciona.

  31. CLEMENCIA.Estoy de acuerdo con ella.

  32. NATALIA (de mala gana).Está bien. (Entra Obdulio, juvenil y con la suspicacia de quien se atribuye dones de galanteo.)

  33. OBDULIO.Mujeres

  34. LUCÍA (anticipándose).Bendito seas, y que mi bienvenida coincida con tu llegada. (Tomándole del brazo.) Permíteme enseñarte este rincón.

  35. OBDULIO (complacido).Pues me sustraigo a mi anfitriona.

  36. LUCÍA (a quemarropa).Soy tan feliz, Obdulio, que no importa saber que otro es más feliz que yo.

  37. OBDULIO (sobreponiéndose).Y ese otro soy yo.

  38. LUCÍA.Entonces no eres mío por ser otro.

  39. OBDULIO.Luego, qué te hace feliz.

  40. LUCÍA.Que en el fondo de tu orfandad me añores. (Con desparpajo.) No seas tonto, que corres el riesgo de entroncar con mis hermanas, y aun no ser nada mío. ¿Quieres sentarte, no en tan adverso trono por cierto?

  41. OBDULIO.Me sentará mejor estar de pie(Simultáneamente al último diálogo, las otras departen la escena por sus medios.)

  42. CLEMENCIA (para romper el hielo).Ella, además de hermosa, habla muy bien el inglés.

  43. NATALIA (extrañada).¿Cómo sabes, si no lo hablas?

  44. CLEMENCIA.Imagina su buena pronunciación, que hasta yo la entiendo.

  45. NATALIA (sin apartar la vista de la pareja, ya celosa).Y si no nos apuramos, así de bien ella nos dirá: Goodbye, little girls. But if you see dear Mrs. Equitone, tell her I bring the horoscope myself: one must be so careful these days.1

  46. CLEMENCIA (extraviada).What?

  47. NATALIA.¿Preguntas en inglés? Luego sabes más de lo que entiendes

  48. CLEMENCIA.No, qué va(Natalia ya no le atiende.) Más bien casi nada, por eso pregunto lo que no puedo responder.

  49. NATALIA (nerviosa, va a interrumpir a la pareja).Ya es hora, siendo domingo, que el anfitrión no estorbe nuestra hospitalidad.

  50. LUCÍA.Primero fue sábado que domingo.

  51. NATALIA (imponiéndose).Primero viernes que jueves

  52. CLEMENCIA (aunque tímidamente).Y primero jueves que miércoles.

  53. OBDULIO.¡Miércoles! Apenas me dejan dos días de asueto.

  54. CLEMENCIA (ya resuelta).Pero primero fue domingo que lunes y martes.

  55. NATALIA (al punto).Primero sábado que domingo.

  56. LUCÍA (triunfalmente).Y primero viernes que jueves.

  57. OBDULIO.Ahora puedo pegar un ojo también el miércoles. (Ríe.) Si siguen con tal pendencia, me cogeré toda la semana, que primero fue que la génesis de esta disputa. (Con irónica resolución.) Cómo tres costilla puede apalear mi esqueleto.

  58. LUCÍA (al pronto).¿No será que te parió una costilla falsa?

  59. NATALIA.Mentiroso.

  60. CLEMENCIA.Estafador.

  61. LUCÍA.Con que por no decidir, buscas la verdad de un tesoro.

  62. CLEMENCIA.Qué maldad tiene en tu figura tan bellas y buenas proporciones.

  63. OBDULIO.No, mujeres. El que posponga mi fallo en otra visita, y me preocupé en anticipar esta juvenil advertencia, no me envilece. Las tres son hermosas, pero, cómo decirlo

  64. LUCÍA.Ya alimentan sus figuraciones con la manzana de la discordia.

  65. OBDULIO (como asintiendo).Soy tan joven, que bien puedo ser expulsado del paraíso; ningún fruto que no sea la duda puedo ofrecerles entonces, lo que no resuelve su disputa. Sin embargo, andada las edades de mi expulsión, puede que un método más adelantado me dé mejores plazos. Luego, a la sombra de la experiencia, habré de visitarlas otra vez.

  66. LUCÍA.¿Qué promediaría tu promesa?

  67. OBDULIO (con petulancia).Les escribiré.

  68. CLEMENCIA.¿Y volverás igual de hermoso?

  69. NATALIA.¿Y de invicto?

  70. LUCÍA (aparte).Sin duda, un pillo

  71. OBDULIO.Dicen que sólo los dioses tienen el derecho de prometer, porque siempre tendrán el altar donde a solas puedan reconciliarse consigo mismos. Entonces, he de ser un Dios sin duda, al ras de sus rodillas, pues prometo un porvenir mutuo aun en el rigor último de circunstancias adversas. Ah, soy un Dios, siervo de vuestra fe, pero, aunque todavía no hago el milagro de que me crean, ya muchos me rezan y el tiempo vendrá como propicio los profetas lo advierten. Estas señas se advienen conforme a mi porte caballeresco, pues la juventud, señoritas, es una costumbre que desflora cualquier frívolo adorno en el ojal. Así que, por estar como se debe, tampoco consagro el atavío del perjurio. Ahora, si me disculpan, tengo que ir a cumplir treinta años, antes de que el trigésimo aniversario aparente más edad. Adiós, mujeres. (Sale con gracia infantil.)

  72. LUCÍA.No esperen de su carta un As que yo no conozca.

  73. CLEMENCIA.Se oye sincero.

  74. NATALIACon que no tenga mala caligrafía, ya es venturoso el profeta. Sabido es que los grafólogos, inquietos como abogados, son la ley cuando hay malos escribientes.

  75. LUCÍA (escéptica).Amaneceré y veremos si salió crepuscular el muchacho.

  1. NATALIA.Le enseñaría a idolatrarme, que ya eso es aprender mucho. Así que no será un ignorante.

  2. LUCÍA (volviéndose).Seguro que no, si luego de aprenderlo todo te ignora. (Clemencia estalla en risas. Oscurece.)



Escena VI

(Tocan la puerta, Lucía va y abre. Se enmarca la anatómica pesadez de un desdichado.)

  1. LUCÍA (advirtiendo el rótulo del gafete).Señor Cortez, entre por favor, que también con cortesía bautizamos su oficio. ¿Es usted cartero? Pues venga esa carta, que será mi as en esta partida de tramposas.

  2. NATALIA (imponiéndose).Déme esa carta a mí, señor. Sea usted cual lleva el apellido. Vamos, démela.

  3. CLEMENCIA (blandiendo un mazo).¿No se irá siendo bastardo?

  4. NATALIA.Luego si con una de ellas no desdice su apellido, ya verá que le descalabro el apodo.

  5. LUCÍA.¿Tiene usted un hijo?

  6. EL CARTERO (muy nervioso).Sí, tierno aún.

  7. LUCÍA.Pues deme esa carta, si no quiere que en la blancura de cuanto me niega rebase lo sombrío de su testamento.

  8. EL CARTERO.Esperen, señoritas. Cálmense. Esta carta a fin de cuentas está remitida a tres, luego yo no decido la disputa. (Las mujeres se calman. Lucía firma el recibo y toma la carta.)

  9. LUCÍA (sacando unas monedas).Entonces tome esta propina y lárguese, antes que los escudos dicten otra suerte. Si espera más, a la sazón de la propina, le propinaremos lo demás.

  10. EL CARTERO (con ansias busca confesarse).Soy cartero. Mis cartas desde chico estuvieron recortadas por el uso y el abuso que suertes ajenas pudieran preferir allí.

  11. LUCÍA (aparte). — ‘Here is the man with three staves, and here the Wheel.2

  12. EL CARTERO.No es que me queje, porque al menos puedo llevar a casa el pan de cada día, aunque sabe Dios cómo reverbera el sol en estos días. Mírenme la cara, tostada como la sed de venganza de mi suegra. Ven este lunar de aquípues no es tal, es más bien el punto final de un anticipado luto. Perdóneme que las importune con mi desgracia, pero tomen como cierto que al menos tengo el don de ser un empleado público. Es una gracia menor, pero me veo tan mono cuando me dan las gracias. (Con un ademán circular.) No sólo de propina vive un cartero, y, puesto que no barajo las estampas que he de echar, no hay culpa en pedir la cortesía de mi apellido. Sí, me pagan por traer las noticias que otros con sus lágrimas pagan. Tengo un sueldo(Con amargura.) Un sueldo, pero también una esperanza tanto más vigorosa cuanto que por ella gano lo que cobro.

  13. CLEMENCIA.Ay, es un menesteroso

  14. NATALIA.Que cobre sólo el oro de una sonrisa. (Le sonríe sumariamente.)

  15. CLEMENCIA.Ahora puedes irte.

  16. LUCÍA.Antes de que se pele el cobre.

  17. EL CARTERO.Me alegra saber que hacer las cosas por dinero también tiene su recompensa.

  18. LUCÍA.Déjese de zalamerías. Lárguese: vaya chupar las medias que a media le haga volver en y descalzo.

  19. CLEMENCIA.Cuidado se nos va la mano.

  20. LUCÍA (siempre mirando al cartero).No te preocupe, Clemencia; lo cortés no quita lo valiente.

  21. EL CARTERO.Boca que adula, culo que cobra. Mi destino es cojo, por eso mi gota, a cuenta gotas, lo remeda. (Sale renqueando.)

  22. CLEMENCIA (arrebatándosela).Dame esa carta.

  23. LUCÍA (impasible). Como es de las tres, que la más incrédula compruebe que ya nos hace el tercio. ¿Verdad, Natalia?

  24. NATALIA.A dúo verifico ese.

  25. LUCÍA (de soslayo, a la contrariada Clemencia).Sí, es una buena nota para un dueto.

  26. CLEMENCIA (apurando sus palabras). Yo, ay, no leer.

  27. LUCÍA.Tampoco entiendes entre líneas. (Le arranca el papel.) Dame eso. (Lo desdobla acuciosamente y lee.) Saltemos los saludo: bla, blaAquí:Eres de psicológicos perfiles, y aun de frente dictas mi mejor perfil. Te pareces a una heroína de Henry James, laboriosamente escrutadora. ¿Has leído a Henry James? Ya desplumarás The Wing of the Dove para con cuyas plumas abanicar tus poses.(Divagando.) ta, ta, ta… “Ha muchos que conoces mi afecto, y es una virtud el que así sea conocido. Sabes que nadie te cumplirá lo que yo escriba, sino precisamente yo. Por eso te halago cual mejor puedo escribir; siendo leal a cuanto lees de tu existencia. Si mis palabras son mejores que las de otros, es porque sólo yo ordenarlas con el don que anticipa tu orden.(A Clemencia, triunfalmente.) Luego no es a ti, Clemencia, que está dirigida esta carta.

  28. NATALIA.Pero bien podría ser para mí; los libros que lees los encontré para leer sus prólogos.

  29. CLEMENCIA (escrutando con sospecha a las dos).Y cómo que no es una treta de ustedes. Ese papel puede ser mi felicidad, y hasta lo conmutan por un epitafio.

  30. LUCÍA.Aunque así, que no lo es, bien lo mereces. Y si eres el alfa y el omega de tal analfabetismo, apenas epitafios aprenderás a leer. Esa quizá sea tu cartilla. (Se vuelve inquisitivamente.) ¿No querrás que también te la lea? (Clemencia hunde su rostro en sus manos.) Bien, en qué iba

  31. NATALIA (interrumpiendo). Y no interrumpas que aún falta.

  32. CLEMENCIA (sollozando).Pero qué importa lo que falta, si con saberlo no indemnizaré mi falta.

  33. LUCÍA (repasa con el índice).Ta, ta, taUm, saltemos esto. (Con regular entonación.) ¿Te acuerdas de que evité verte? De no haber oído tu milagrosa voz, no te hubiera conocido mientras una plegaria en mis labios daba a tientas con su amén. Estaba leyendo tres libros al tiempo, y de ellos no hubiera salido a conocer a nadie, escuchara lo que escuchara; pero, en lugar de terminar los libros en el plazo, me enamoré de oído, como un músico: ni Mozart lo hubiera hecho mejor con el Miserere Mei Deus, ni tan sacro; créemeVeo que te esfuerzas en evitarme a toda costa. Supongo que piensa no verme más, puesto que sería difícil evitarme en estos párrafos, luego te incomodaría coincidir en una excepción de tu método. Mas eres bienvenida a mi llanto, sólo aquí hallarás mejor cobijo cuando arrecie la intemperie. No tengo porque ser hostil contigo; al contrario, me complacería volver a conversar como solíamos hacerlo antes de que me precipitara sin elegancia alguna.Escuchen esto:Casi te he rogado que me digas queno, acaso para tener algo más o menos comprobable, pero ya se me figura que la incertidumbre igual balbucea este monosílabo.Ahora esto otro:Si preguntas por las escalas de mi despecho, te cuento que no puedo empezar por la negación, pues se me parece alnoque quieres decirme; tampoco puedo terminar en la resignación, porque ya soy ateo. Se me figura más conveniente amarte entre estos dos precipicios.

  34. CLEMENCIA.Ay, una de ustedes le ha roto el corazón. ¿Tanto dolor puede caber en un papel?

  35. LUCÍA.Cuando se escribe con letra pequeña, como las cláusulas de los contratos, sí.

  36. CLEMENCIA.No tienen corazón.

  37. NATALIA (amonestándola).El corazón es una licencia literaria de cardiólogos, no de poetas. Además tú, puesto que no sabes leer, no has escrito rimas, así el despecho se arrima a otro talento que igual te abre el corazón a un cirujano(A Lucía, ansiosa.) ¿Qué más dice, mujer?

  38. LUCÍA.Fuera de lo que leí, ya la puedes leer tú. (Le extiende el papel con desdén.) Hay distancia entre los párrafos.

  39. CLEMENCIA (apremiante).¿Y aun cabe su atormentado horario entre lo que duran esas líneas? (Oscurece.)

Escena VII

(La misma estancia minimalista, pero hay libros regados por doquier. Aparece Obdulio cuarentón.)

  1. OBDULIO.Deseo a una mujer que me corresponde con el mismo ímpetu con el cual le quiero; estoy enamorado de una mujer que odia terriblemente la esclavitud, porque, para desgracia mutua, no es libre.

  2. VOZ EN OFF.Está casada, ¿no es cierto?

  3. OBDULIO.En efecto; está casada conmigo.

  4. VOZ.Vaya, siempre buscas tus relaciones tan cerca de tus propias instancias jurídicas, nunca aventuras ir más lejos de lo inmediato¿Y si se divorciaran?

  5. OBDULIO.Ya lo hemos intentado tres veces. Tres veces, imagínate, pero la separación de bienes sería nuestra común ruina; nos haría tan irreconciliables como si cada cual se viera forzado a elogiar el abogado del otro.

  6. VOZ EN OFF. — Ya veo.

(Oscurece. Otra vez la misma estancia, sólo los libros decoran tal pobreza. Obdulio ya encanecido.)

  1. OBDULIO (a un rincón incierto).Los comediantes, a pesar de sus máscaras (pesadas preseas de una batalla perdida), pierden una partida de ajedrez: JAQUE MATE te digo, cómo te quedó el mal de ojo.

  2. VOZ EN OFF.¿Qué?

  3. OBDULIO. Calla, tienes arte para el silencio.

  4. VOZ.Mi Dios, que jamás lo compartiría contigo, saca de su prójimo mejores feligreses

  5. OBDULIO (interrumpe excitado).El dios, cuyo árbol genealógico hunde sus raíces en mortales como tú, apenas puede dar el fruto de una trasgresión, y el Edén perdido es el solaz de un cazador que se pierde en las espesuras de sus crímenes, pero sólo para morir a merced de sus trofeos.

  6. VOZ.Blasfemo. Esa herejía es inspiración de los oropeles de tus fiebres.

  7. OBDULIO.¿El monoteísmo no es, acaso, el primer sacramento de los ateos? Sí, señora, el cortejo de Nietzsche crece como el luto, pero sus colegas momificaron el cuerpo que turnaban en sus molidos lomos. (Con paciencia.) Quizá el mismo Nietzsche tuvo escrúpulo de una autopsia expedita. Ya es tiempo de exhumar, no de la tierra sino de la procesión, el reo que les pesa a sus guardas, y de asumir la necropsia con todos los biseles.

  8. VOZ.Eres un filósofo, sí, pues por haber dilapidado la herencia de tus mayores ya no puedes pensar sino en los miedos que no te dejan pensar, y al respecto no te cabe duda que una fosa común será nuestro único acuerdo

  9. OBDULIO (turbado).¿Cómo te atreves contra el distintivo de un viejo sabio?

  10. VOZ.Ah, ya la verdad te robó tu máscara, y este jaque mate, ahora que decapitó el tuyo. Vas sin máscara, viejo, y sin ella ya no eres un descarado. Mira como tiemblan tus bigotes, ya no crecen sino entre los temblores de Dalí.

  11. OBDULIO (escrutando en derredor).¿De dónde vienes? ¿Sobre qué joroba te empinas, monstruo? (Removiendo la porción invisible del vacío.) ¿Una telaraña es tu mortaja? Que si sigo el ovillo truncaré tu resurrección de un sólo tajo.

  12. VOZ.Estoy aquí, en tu radio, y no puedes sintonizarme. ¿Qué horrible me escucho, verdad? (Con voz más grave.) Con una voz de ultratumba.

  13. OBDULIO (tomándola con las dos manos).Pero si mi radio se descompuso hace tiempo.

  14. VOZ.Los fantasmas emplean los medios inservibles que favorezcan su elocuencia. (De un tirón la desenchufa.) Ah, ¿tienes miedo? ¿Ahora quien marca la cruz de su puntería? ¿Temes que atine en tu duda cristiana?

  15. OBDULIO (con pánico). Cálmate, hombre. Deben ser unas hojas sueltas de mi árbol genealógico, o un evangelio apócrifo que me difama. (Oscurece.)

Escena VIII

(Una sala. Obdulio con espeso gabán, tendido en el diván.)

  1. OBDULIO (con una pistola en la sien).Es usted un psicólogo tan cristiano que de una cruzada puede caerle bien a cualquiera.

  2. VOZ EN OFF.Si en ello ve una virtud, tenga en cuenta, pues, que quienes resuelven quitarse la vida no le espera sino el infierno.

  3. OBDULIO.Ay, señor, si usted conociera las circunstancias que me apremian, diría que sólo entre esas llamas recobraría mi primavera. Al menos allí comería un bocado caliente.

  4. VOZ.Si es tan malo lo que le hace suponer lo demás; luego, ¿no le iría mejor con ser bueno consigo mismo?

  5. OBDULIO.Me deja usted sin réplica. Ah, este cerebro mío qué estúpido es. (Luego reflexivamente.) Vaya que esta misma estupidez, sin embargo, me da una razón más para volarme los sesos, ¿no cree usted?

  6. VOZ.No, no. No aquí. No en mi diván, que vas a manchar mi reputación.

  7. OBDULIO (guardando la pistola en su gabán).Descuide; sólo necesitaba un amago psicótico. ¿Puedo irme? Volveré en siete días.

  8. VOZ.A ese término espero no codearme con su patólogo.

  9. OBDULIO (se levanta).Qué patético ese dúo, como para un velorio, ¿eh?

  10. VOZ.Se nota un poco repuesto.

  11. OBDULIO (con sorna).Ah, es el gabán. Tan flaco estoy que apenas subo de peso, luego existo. (Sale. Oscurece.)

Escena IX

  1. LUCÍA.No te creas, Natalia, los autorretratos no son difíciles de hacer, salvo que el modelo sea tan incómodo como el retratista, aun en cuya relación siempre se podrá fingir una perspectiva aérea. (Entra Obdulio, demacrado y muy encanecido).

  2. NATALIA (de un salto).¡No lo puedo creer!

  3. LUCÍA (se vuelve).Hombre, cómo estás.

  4. CLEMENCIA (casi sin dar crédito a lo que ve).¡Estás horriblemente flaco, señor!

  5. NATALIA.Y feo.

  6. CLEMENCIA (resolviendo el dilema). Yo creo que más flaco que feo.

  7. LUCÍA.Tanto más que por feo es que se le alcanza a ver.

  8. OBDULIO (resignado).Y lo que es peor, una dieta que me engorde será lupa para mis defectos.

  9. LUCÍA.Leímos tu carta, señor, pero por no vivirla, según la contaste en una página, pasó el tiempo sin saber nada de ti. (Con los brazos en jarras.) Ahora qué quieres, que tengamos compasión del fracasado. Por tu cuenta descontaste una hacienda ajena, y después de tanto despilfarro sólo esas ojeras tienen los últimos quilates.

  10. NATALIA (medio en serio, medio en broma).Pero al menos tuvo buena ortografía.

  11. OBDULIO (atento).Digamos que la vejez te obliga a mejorar la letra, y a que incluso tus silencios no tengan erratas, de lo contrario no te enorgullecerías del único pretexto que admite la guadañita entintadita.

  12. CLEMENCIA (fuera de sí).Pues muere, ingrato.

  13. OBDULIO.Escuchen a un anciano ya privado de todo énfasis. Con afán me hice un loco ilustre, y así afiné la cuerda lirano saben con cuántaescúchenme por favor. (Con creciente desesperación.) Yo no las defraudé. Viví mucho, tanto como para lamentar una juventud licenciosa. Todos mis enemigos se acicalaron frente a mi despejada frente, pero sin saber que yo, pensativo a la sazón de mi calvicie, urdía venganzas infames contra ellos: a unos los mate, ora para un puesto público en el gobierno, ora porque era mejor que murieran según ya habían llegado a una edad avanzada. Con el tiempo, mis estudios sobre mis semejantes me diferenciaron de ellos. (Dando tumbo con sus ojos azorados.) Ay, todos envidian a los espejos: tal vez no porque pueden delatar con apenas un golpe de ojo, sino porque son tersos, con carne brillante, impolutos y juveniles(Con cara de loco, errante.) Vaya, ahora lo recuerdo. Fui tan cobarde que me inscribí en la facultad de medicina para no ir al mar. Tan atlética era mi anatomía entonces, que salí de la facultad sin tener que graduarme. (Pensativo.) Aunque en cinco semestres compré huesos y dibujé membranas citoplasmáticasy me imaginé pacientes y dolorosos vólvulos como fetos. (En un giro brusco.) Por cierto que la historia militar me era entonces más civilizada que el patriotismo.

  14. LUCÍA (con desdén).Hasta eres capaz de ser inteligente por un buen rato.

  15. OBDULIO (con algún fulgor en los ojos).Más bien es apariencia por un mal rato, pero soy demasiado tonto para descubrir el timo, luego moriré como un sabelotodo si no velan mi convalecencia. (Apremiante.) No me dejen. Aunque ya no soy fotogénico, aprendí a dibujarlas con sorprendente fidelidad.

  16. LUCÍA.No admitimos tus sobornos.

  17. NATALIA.Así como la cobija nos cubrió del frío, inspiración de nuestras febriles rivalidades, así mismo tu calvicie es el sombrero que mejor eclipsa tus dones.

  18. CLEMENCIA (escrutadora).No eres alegre como antes.

  19. OBDULIO (con patética desesperación).No soy alegre, cierto, pero puedo hacerles cosquillas.

  20. NATALIA (a Lucía).Es bueno saber que también sus chistes son malos.

  21. LUCÍA (entre ellas).Gracioso sería que por malos vayan al infierno.

  22. OBDULIO (lastimoso).Por favor, le ruego que me dejen convivir con ustedes. (Pausa, luego con risa nerviosa.) Ese silencio suena como unno, pero, como tampoco lo escucho contradecirme, lo tomaré como un.

  23. LUCÍA.Ya no eres gracioso, y eso anula tu risita.

  24. OBDULIO (suplicante).Pero una mejor sonrisa, me restituye invicto. Ustedes tienen un cartero que le pide propinas, y al que le propinarían más de lo que su lomo lleva. También tiene un casero avaro que les cobra mensualmenteYo no tengo ese tesoro ni las agallas de desempolvarlos de mis bríos. Sin ustedes no existo, o sólo existo para mí, que viene a ser menos aún.

  25. LUCÍA.Si insistes en quedarte, luego eres uno del tercio, y quizá por único ahora tramita tu pacto: una trinidad que mendiga al menos un prodigio. ¿No lo ven, muchachas? Que Sócrates tiré de mi carroza, porque ya descubrí el carnaval.

  26. CLEMENCIA.Qué, Lucía.

  27. LUCÍA.El casero, que nos cobraba religiosamente, cuelga sus hábitos por no colgarse de una cruz; el cartero (haciendo comillas con los dedos), que trajo su carta, repite en los mismos labios la noticia que éste nos da. En fin, la letra de los recibos es la misma. Nunca pagamos, porque nos era dado ser las tres gracias de la ingratitud. Fuera de aquí, puesto que tunaderia’, que incluso ya nada le cuelga, quedó para siempre en pelotas, y así rebota tu abstención.

  28. NATALIA (condoliéndose irónicamente).No se sienta mal.

  29. LUCÍA.Para caer insepulto, le sentará mejor estar de pie. (Con énfasis triunfal.) ¿No es verdad, señor?

  30. OBDULIO (conturbado).Mañana será domingo; déjenme pasar la noche aquí. El cielo se cierne tormentoso.

  31. LUCÍA.Primero fue sábado que domingo, luego tu turno es hoy, el impostergable hoy.

  32. OBDULIO (ya arrasado).Día de asueto de esta terrible hechura que soy yo.

  33. NATALIA.Largo, monstruo.

  34. CLEMENCIA (ignorándolo).Ya de bonitas pinturas hablaremos. (Animada.) ¿Les gusta Rubens? (Las tres lo ignoran ostensiblemente, haciendo un corro como las tres gracias de Rubens.)

  35. LUCÍA.¿Tienes algo de él?

  36. NATALIA.Ella esconde a tres mofletudas doncellas, cuya gracia pesa un mundo. Se verían tan monas si mortifican al hambre con los mordiscos de una dieta frugal.

  37. LUCÍA (entallándose con vanidad).Después de todo, ser flaca es una virtud; quizá la única que la pérdida de peso ha dejado. Imagínate qué alambicada privación destila la esencia de una felicidad así.

  38. OBDULIO (con despecho senil).Señoras.

  39. LUCÍA.¿Alguien escucha una voz en off?

  40. NATALIA.¿De ultratumba?

  41. CLEMENCIA.La radio no es; aún no la he sintonizado. (Obdulio sale cabizbajo.)

  42. LUCÍA (con vivacidad).Sintoniza el noticiero. (Clemencia sintoniza la radio.)

  43. LA RADIO.Cumplimos con el luctuoso deber de comunicar la defunción del insigne Ingeniero Obdulio Monasterio, cuya perdida, enclaustrada para perversión de sus votos, tendió su último puente, ya hacia la eternidad, pero que por un error de cálculo se derrumbó. Paz a sus restos. (Una bossa nova apenas rompe en un murmullo.)

  44. LUCÍA (tras desenchufarlo).¿Cuánto costó este radio, Clemencia?

  45. CLEMENCIA.Ya estaba aquí.

  46. NATALIA.Sí, Lucía. Si te pones a reparar en cuanto nos rodea, verás que todo estaba aquí desde siempre. (Aparte desilusionado.) Ese es el precio que pagamos.

  47. CLEMENCIA (tomando una Biblia del piso.) Hasta este libro que no puedo leer.

  48. LUCÍA (arrebatándosela, la abre entre temblores).Y que extrañamente empieza así. (Y en fulgores de ultratumba lee con pasmo, mientras las otras no se hallan en su asombro):En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra, empero, estaba informe y vacía, y las tinieblas cubrían la superficie del abismo: y el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas. Dijo, pues, Dios: Sea hecha la luz. Y la luz quedó hecha. Y vio Dios que la luz era buena: y dividió la luz de las tinieblas.(Cierra el libro apocalípticamente. Oscurece al punto entre dolientes gritos.)


FIN


Caracas, Enero 2001


1 The Waste Land, T. S. Eliot

2 The Waste Land, T.S. Eliot

No hay comentarios: