INTACTOS DONES
VOTOS
CARTAS
Tal como sé que así lo sabes
El mar no se llena menos debajo de sus olas
Y en ellas la espuma es esa misma vuelta
Que dentro del cielo igual espuma
Es tan vasto
Que bien lo sabes
Como verídicas sean sus costas a lo lejos
Y así de profundo y así de entero
En cada brazada y en cada hálito
Distinto
Siempre se nos alcanza como siempre
Y ni siquiera el ahogo de otros muchos
Y ni todos los naufragios tumultuosos
Y ni las islas ilusorias hundidas por las cargas de espejismos
Nos vedan nunca sus prodigios y secretos
AMANTE ENAMORADO
Al fin vuelvo a querer las muchas mujeres que tanto amé;
Las quiero con el mismo fervor de aquellas veces;
Las quiero así y a todas,
Según no las amo ya.
Tú, mujer, también infundes este ánimo,
Porque tuyo es el amor que tanto estimo.
ABRIL,
Eres el día de tu mismo mes
Y también la noche
Que con flores espléndidas
Amanece siempre...
Abril bendito
Bendito abril
Abrillantado cielo
De estrellas y raíces.
NIIJIMA
Olas sin amarres regresan siempre de su espuma.
Es el mar que cabalmente nos circuye.
Cada día los marinos vuelven de sus pasos
Y cada día bajo el mismo sol
Alcanzamos el milagro de unas islas ya contadas
Como las innumerables estrellas de la noche.
Las aguas reúnen todo y sólo así se puede librar un naufragio.
Las naves se echan a la travesía de los siglos.
Los faros en pedregosos promontorios giran.
Los vientos vuelan cómo pájaros.
Las islas no separan nada de lo que ha sido creado,
Nacen para esa creación y acogen las venturas…
Incluso la ventura de quienes jamás parten de otras tierras.
En qué islas no se halla la extensión
De sus divinos secretos:
Islas antiguas de mitos y exilios remotos,
Una nueva hermana es ahora la otra mitad
Del congregado cielo.
En un punto apenas;
Ya se puede (al fin se puede) rodear el mar.
Es vasto como siempre
Tiene playas en la infinita arena
Todos los países se imaginan de su horizonte.
Al fin desde la isla nueva se divisa el vasto azul.
Es la isla que soñé también;
Y que después de vigilias y tormentas al fin descubrí en otro sueño.
Milagrosas son sus riberas y sus curvas
Donde amanece nuestro sueño.
Es una isla nueva que crece y crece…
Crece como la hacía antes de sus colinas y sus valles
Como cuando del fondo aún no podía emerger.
Ahora crece mientras la descubren en el mar.
Crece tan pequeña, tan solitaria como siempre,
Hecha una y sólo una, apenas de ella misma crece.
Ni por profundos sus trazos un mapa la profetizó;
Y todos los mapas retroceden cuando ella crece.
Invicta crece.
Es la isla nueva; la única que crecía dentro de mí.
La que ahora crece y crece
Como crecen estos versos en otros versos
De otras manos que me escriben.
DONES
El cielo siempre ofrece su lluvia
Cuando a veces llueve
Y sólo pide los milagros
Que en cada ruego ocurren
El milagro de una tierra muy profunda
El milagro de unos pájaros que vuelan
Más alto que los árboles
INTACTOS DONES
Los que a nosotros vienen
Y los que damos
VERANO
1
Amanecer
Es de todos los pájaros
El fresco canto
2
Viene la lluvia
Ya de sus gotas viene
Y al agua llega
3
No se equivoca
El que de noche duerme
Porque así sueña
4
Se escucha un grillo
Un grillo ya no se escucha
Ninguno canta
5
Tendido al sol
El hondo cielo cuelga
Su sombra cae
6
Uñas que arraigan
En tantas primaveras
De un arañazo
7
Al suelo caen
Hojas que lentamente
Hallan su arraigo
8
Confiesa tarde
Que muy tarde ya eres
Sólo el renombre
9
Suena del arpa
Una cuerda tan sólo
Las demás callan
10
Ardua memoria
Que te acuerdas siempre
También olvidas
11
Claro de luna
Desde el remoto cielo
Tu luz cercana
12
Trunco bambú
En cuyo seno hueco
El vacío silva
13
Detrás de rayas
El tigre prisionero
Escapa o duerme
14
El viento trae
Desde la tempestad
Otro que le empuja
15
Mancha el pincel
Si en ajenos colores
Su trazo vela
16
En blanco hojas
Como el luto se rinden
O se defienden
17
Es este frío
Éste que a sus escarchas
Igual deshiela
18
Se cortan flores
Se juntan en manojos
Insiste el viento
19
Delicado tallo
Como los mismos dedos
Que le enderezan
20
Aquel invierno
No le conozco el frío
Pero me entibia
I
Dame tu mano
Que soy esta misma mano
Que te pide
Los dones que se entregan
A su naturaleza
II
Dame tus labios
Que son tus mismos labios
Que te ruegan
Orillas siempre juntan
Del mar su misma espuma
III
Tu ombligo es
Mujer que a diario nace
Ombligo mío
Es el viento es el fuego
Es el aire es el agua
INVIERNO
1
Melancolía
Cercano aquel dolor
De ardor lejano
2
Arrecian las gotas
En la lluvia que arrecia
Bajo su lluvia
3
En dónde estás
Pregunta que preguntas
Responde o calla
4
Reverso anverso
Doble figura y cierta
De ciertos versos
5
A tientas ramas
Su propio invierno buscan
Y así retoñan
6
Retuercen olas
Aun las crudas piedras
En bravía espuma
7
Aquella sombra
De las hojas caídas
Ya se disuelve
8
Una alborada
Se congela en sus luces
Hasta el ocaso
9
Campana tañe
Vincula tu sonido
A lo que suena
10
Eternidad
La profunda belleza
De lo cotidiano
11
Cuenta la noche
Que un día desvelada
Soñar sí pudo
12
Verano sol
Maduro sol de espigas
Sol desgranado
13
Mansa paloma
Mediodía de tardes
De tardes varias
14
La madrugada
En un reloj de arena
Trae sus sales
15
Desnudo el sueño
Se desviste en puntas
De algún abrigo
16
Muy tiernas flores
Ya del rocío aplacan
Una ventisca
17
Sabe el ciruelo
Crecer de sus raíces
Y dar el gusto
18
Todo equilibrio
Del aroma que sube
Regresa al té
19
Sencilla hora
Gorgoteo que humea
Silencio y sorbos
20
Primaverales
Son tantos porvenires
De aquel deshielo
I
Tuyo este cielo
Que ya en el cielo tuyo
Halla su cielo
Ah tan hondas plegarias
Siempre nos protegen
II
Cuenta mi boca
Sí que mi boca es tuya
Por ti lo dice
Escucha el canto mío
Las voces que son tuyas
III
Lengua nonata
Innata ya te nombra
Nace de ti
Tan viva que me nombra
Cuando te nombra a ti
OTOÑO
1
Se añeja el arce
Porque envejece siempre
Otro es el día
2
Reposada nieve
A cuya esplendidez
Aludes calman
3
Mil golondrinas
Son tantas como mil
Sean todas ellas
4
Desnudas ramas
Hurgan del viento un cielo
Profundas flores
5
Avivan fríos
Fugaces mariposas
Anida un fuego
6
Cuentan leyendas
Que una leyenda cuenta
Sus muchas lunas
7
En piedras forman
Los cinceles las formas
Que los detienen
8
Aúllan lunas
A sus silencios plenos
Y un gallo canta
9
Encuentra el rayo
En la tormenta umbría
Algún asiento
10
La sangre es roja
Y tan roja en lo oculto
De tantas gotas
11
Dormir no pueden
Los ojos cuando sueñan
Dormir un poco
12
Al agua van
Del agua también vienen
El curso sigue
13
Palabras llevan
La mano que en silencio
El arte escribe
14
La leve pluma
Que por livianos pájaros
También regresa
15
Enredan púas
Al aire que invisible
Muestra su pecho
16
Se ve en el grano
Los surcos de sus ramas
Como raíces
17
Olas cual peces
Del mismo mar espejo
Fondo visible
18
Bajo el pincel
Quedos ojos vislumbran
Otras pestañas
19
Es el espejo
Un espejo que aflora
De su reflejo
20
Pacientemente
De diarias horas nace
Al fin la aurora
I
¿En tu cabeza
Hay secretos tan míos
Que les comprendo?
Pues la sabiduría
Sabe lo conocido
II
¿Dentro del vientre
Dentro del vientre tuyo
Tú me concibes?
Pues espera nacer
Quien así así renace
III
¿Bajo tus pies
Recorro cabalmente
La tierra nuestra?
Pues verdaderos pasos
Encaminan la tierra
PRIMAVERA
1
Ya de las sombras
Vienen destellos temprano
Mañana tardan.
2
Cigarras cantan
Lo que muy dentro otras
Procuran oír.
3
Así sucede
Camino en la hondura
Y golondrinas.
4
Escarchas caen
De una lámpara viva
Todo es tan frío
5
Entre ciruelos
La primavera escoge
Su eterna flor
6
Cuentos de pájaros
Susurro de sus alas
Pluma que calla.
7
Profunda orilla
Espuma de las olas
Viento que vuelve
8
Amaneceres
Sol que ya los aclara
Ocasos y sueños
9
Cuando declina
Cuando la luna es doble
Cuando anochece
10
Lejos del pincel
Apenas el pincel
Dibujo ajeno
11
Otra vez hoy
Como ayer mariposas
Otra vez menos
12
Son truncas hojas
Son brotes a destiempo
También raíces
13
Se sabe de sedas
De orugas destejidas
Tal vez de abrigos
14
En poca miel
En una flor de miles
En una abeja
15
Vuelven de cerca
Tan cerca vuelven siempre
Jamás tan lejos
16
Traer las piedras
Verter el agua clara
Dormir después
17
Verde y azules
En tierra el leve asiento
Verano tibio
18
Un árbol calla
Vientos en él repiten
Lo que se calla
19
Tropieza el pie
Manos en pies tropiezan
Recaen las huellas
20
Rocío en lluvias
El ocaso que no cambia
Entre corrientes
I
Eternidades
Apenas los pimpollos
Marchitan cielos
Sólo el jardín repite
Lo que el olvido riega
II
Sin bienvenidas
De do jamás te tuve
Adioses parten
Ahora el jardín crece
Cuando no crecen piedras
III
Ajenos versos
Siempre fuiste la misma
De otras veces
Y quedará el jardín
Como ya no sus ruinas
CODA
RECONCILIACIÓN
Sólo un “no” de tus labios me haría recular mucho, nunca porque la valentía me faltara, hasta el miedo me obligaría a mis vigores, sino porque se me figura que ese “no” va ser como el interpuesto mensajero, cuya demora es la de ocupar todo el espacio entre mis labios y los tuyos, acaso mediaría más de lo que las otras palabras con su explicaciones razonaran por consuelo. Un “no”, señorita, ciertamente significa demasiado para mí, pero precisamente porque no es un “sí”, en cambio un “sí” sí que me haría volver en sí a cada salto. Un “no” me dejaría anonadado, sin dar nada de lo que no pudiera conseguir, y entonces seguiría tan indeciso al ser apenas aquél que de cualquier otro acierto dude. Un “sí” tiene la ventaja mutua de ser tan posible como su misma afirmación. Dime que sí, que quedará el lenguaje entero para traducirle siempre, e incluso el “no” no se opondrá nunca aquel designio que igual proclamaría.
ANTÍPODAS
I
Tal vez fue lo mutuo y compartido lo que nos separó a partir de cierto punto. No sé si coincidamos en algún lugar, y acaso con la misma certidumbre con que nos conociéramos, o no sé si aquella amplitud de antípodas entrañables haya sido todo lo que nos convenga en la distancia. Me atrevo, sin embargo, a los recuerdos, a ciertas memorias que nos vinculan, porque ellas tenían esa misma afinidad, y porque los adioses son iguales de proféticos que lo que se recuerda en la despedida.
II
Nunca te escribí un soneto
Ni de tus uñas cuyos boreales arcos
Clareaban desde tu temprana piel
Nunca me acerqué un paso siquiera
Cuando el mundo era tan redondo entonces
Los siglos transcurrieron detrás de los milenios
Y la caminata de los dos
Apenas reunía a otros transeúntes
Mientras la ventaja
De cada lugar escogido por nosotros
Era no poder separarse más
Antípodas que ya cualquier paso
Los acerca vanamente
Antípodas
Que apenas supieron escribirse
Unos días nada más
PROMESAS DE NIEVE
GLOSA
Esta lluvia de siempre ya se empoza
En el diluvio donde perecer
Ya se nos hace eterno como hermosa
Se nos hace la flor en su volver.
A tientas de primicias vegetales,
Fuerzas dentro del agua igual se siguen,
Tal sus arraigos fueran los carnales
Desarraigos que al agua igual se liguen.
Largo tiempo miré a la tenue flor,
Que así de tenue tanto le miraba;
Y vi, porque así fue, que ya en la flor
De mis ojos yo fui lo que miraba.
¡Mas las flores se guardan del sorteo
Lo que por mortal polen da el trofeo!
ANJENJO
Ciudad de la memoria,
Donde los telegramas
No vuelven a ser los mismos
(Ni porque se les abriera alguna vez),
Donde las cabezas de las muñecas
Miran absortas a los helicópteros
Que tampoco volverán como vinieron.
A veces una fotografía del acaso
Como un pétalo impoluto de otra época.
A veces un pétalo de las paredes
Todavía no cae al vacío que tanto aflora.
Ningún otro caballo es suficiente,
Porque ninguna rueda se mueve hoy.
Sin embargo, el suelo, como el silencio,
No descansa nunca,
Aunque nunca se mueva
Debajo de los pies de quienes siempre callan.
Ciudad de la memoria,
Tus hijos en una píldora olvidada
También perdieron el momento de tomársela a la hora.
Primero el cerillo de un instante,
Tal vez sólo para alumbrase un rato:
La vela no se consumió del todo,
Sólo sus lágrimas siguen escurriéndose hasta el final,
Sin moverse de su llanto.
Primero el día de aquel día:
La noche le siguió como la vela…
Y así las estaciones sucesivas. De pronto entonces,
Los telegramas que no vuelven
A ser los mismos…
Las cabezas de las muñecas que no dejan
De mirar absortas…
Ciudad de la memoria,
Cantada por otros idiomas del exilio,
Evocada por los versos que no te abandonan desde afuera.
Ajenjo a sorbos de un penitente ayuno,
Cuando el sabor es otro después de tantas amarguras,
Porque también la sed se espesa,
Entre retoños de futuras profecías.
TRADUCTORA
Aquella singular maleta escogida por tu madre
Trajo lo que tal vez no hubiera cabido
En todas las demás maletas
Del propósito.
Tenía dentro un idioma
Según la historia de otras íntimas historias,
Seculares como libros.
Tenía un mapa,
Cuyas pródigas corrientes pasan de una página a otra,
De un lado a otro del mismo viaje.
Se sabe, en todas las lenguas se sabe,
Que las flores brevemente divididas en el cielo
Dan arraigo al sustento de la tierra.
Se sabe, en todas las lenguas se sabe,
Que una palabra tan sólo, pues es apenas la palabra
Que se repite desde el primer momento.
Se sabe que el silencio gorjea en cualquier idioma
Y que los pájaros callan en los silbidos
Graciosamente prolongados en el canto.
Todo está en lo que se dice,
Aunque se procure decir de un modo conocido
Aquello tan recóndito en lo ajeno.
Otros poemas escribes,
Cada vez que escribes sus líneas,
Poemas de tus primeros años recién cumplidos.
— ¿Cuándo abriste la maleta desde adentro?—
Aquellos sonidos que nacieran de tus balbuceos,
Los que también quedaran en las bocas que te despedían,
Que sin haberse ido de tu infancia
Regresan siempre en cada nueva palabra,
Como los ecos de lejanos bosques
Regresan de versos castellanos.
ESCALERAS
Subir cuando se baja
Bajar cuando se sube,
Porque los peldaños son otros,
Irreconocibles en su forma de siempre:
En su forma repetida.
Tan llanos en cada huella empinada,
Tan leves en el arraigo.
De uno en uno, sucesivos también,
Pero cabales en las escaleras.
Cómo saber adónde se va,
Si adentro se sigue cada altura
Por cada altura profetizada,
De arriba abajo; de abajo
A arriba.
Como cuando el horizonte se abre
Tan arriba y tan abajo,
Incomprensible y acaso
Igual de profundo que el misterio de las olas.
Recuerdo aquel piropo,
La bienvenida íntima y aun del otro lado,
Las escaleras en espiral que te gustan,
Y tantas otras fotografías, como aquélla,
Tomadas en el medio,
Que igual te gustarían.
MANOS
Si he de leer tus manos, mujer,
Es porque escriben lo que por escrito en ellas
Es tuyo como tus versos.
Si he de verlas cuando se estrechan entre sus dedos,
Es porque también se abren como los ojos que las ven.
Cuántos abedules no plantaron
En otras épocas y con otras manos
(En el rigor de ciertas estaciones)
Y ahora se combinan en la palabra y el silencio,
Porque cantas, porque callas,
Porque un cielo se aclara como la nieve
Porque ahora traes lo que ha florecido en ellas,
En tus manos,
Como cuando nacías y tus ojos eran los mismos.
Tal vez sean intocables en sus acordes,
O tal vez el milagro de tocarlas alguna vez
Esté siempre entre las dos,
Como el sorbo cristalino que recuerdas
Cada vez que la memoria es tuya.
TAL VEZ
No conozco la nieve, mujer,
Pero sé que debe ser tan amplia,
Tan pródiga,
Tan espléndida
Como las libretas vacías que calladamente
Aguardan la pureza de tus versos
Y las vetas de reescribirles todos los días
Según las variaciones de los días:
Versos
Tan lejanos, tan apartes, que parecieran
No volver jamás de donde nunca han partido,
Que así rozan, con sutileza de pájaros y helechos,
Honduras intocables, la íntima
Desnudez de una piel desnuda…
Y que alcanzan en el cielo,
Como en el humus inmensamente blanco,
Aquellas espigas sobresalientes de tantas memorias.
Tus páginas
Abiertas en mitad de un relámpago
—Qué frío tiene allí su caída y aun su asiento—,
Y el instante que evoca
Las puntas de tus lápices incansables,
Inacabables,
Mientras incluso el mismo hielo en el bosque
Se deshiela,
Y tú meditas qué escribir,
Porque, milagro cabal y verdadero,
Lo escribirás,
Palabra por palabra,
Como está escrito en tus palabras,
Como se haría agua bendita
En la misma nieve derretida.
RETRATO
Hay una melancolía
Que esos preclaros ojos vislumbran remotamente.
Hay quienes así te ven,
Como en esa fotografía,
Tan parecida,
Pero sólo porque no saben qué ven tus ojos.
AQUELLA NOCHE
Una vez soñé que quería soñar contigo,
Así fue que en el sueño el sueño vino de a poco
Y empezó a disuadirme con mis propias
Promesas y venturas.
También allí me tendí y dormí,
Tal vez repetí tu nombre sin saberlo;
Tal vez en el instante que desperté,
Porque los ojos se abrieron muy temprano,
Aún podía recordar que en el sueño
De un sueño, como en un sueño,
En verdad soñaba que te soñaba.
Hoy no sé
Qué más contarte de aquella noche,
Pero sí sé que te escribo.
Entre todas estas líneas escribo,
Acaso las palabras que acaso
Desde entonces ya sabes.
SUEÑOS CIRCADIANOS
Sueños que te duermen,
Sueños que te despiertan,
Porque acaso para ellos dormir te duermen,
Porque acaso para levantarse,
Como hace el sol, entonces te despiertan.
Cada vez que tus ojos se abren,
El mundo se te abre de nuevo,
Como el primer día,
Por esos los caminos no se repiten,
Por eso sabes andar como un oráculo,
Cuya vida le sorprende en cada instante.
UNA FLOR
Un día encontré una flor
Que nunca había visto
Tan silvestre y tan lejana
Sutil como su aroma
Y tan primaveral entre las sombras dulces de las espinas
Acaso milagrosamente plantada
Por la promesa de una tierra fecunda
Y aun por los arraigados ajenjos
De un cielo de otro mundo
Una flor
En el camino que se escoge
Sin descansos y sin pausas
OCHO COMPASES
I
Poner en blanco
El curso de estas líneas
Seguir la corriente,
Entre la espuma que se transparenta,
Y seguir
Como el delta prodigioso
Que abre sus dedos en la hoja abierta.
II
El viento inmóvil, definitivo;
Es el soplo que una mano empuña
Desde que se empuñó el pincel.
Cada trazo anterior se repite
En la muñeca que repite el alivio de una tarde.
III
El silencio se recoge en sus alas ya cansadas
Vuelven los ecos de los pájaros que partieron
Y no se sabe si amanece o si anochece
A esta hora
En que el sol se demora un poco
IV
Es el grito que guarda para sí un detalle insospechado;
Se oye en el umbral de un bosque o en el parral de una boca
Tan profunda como un espejo.
El amante calla sin entender mucho por qué lo hace,
Pero confía en su oído,
Que el clavel recién segado azora,
Y espera, apenas sin moverse...
Y prefiere para sí un cielo que tampoco invoca en tierra.
V
Entre efímeras llamas que el viento aviva,
El vuelo insiste en su regreso.
Hoy tomo un ala que descubrí en el piso;
Y sé, pues ahora en verdad lo sé,
Que una como ésta del otro lado estuvo.
Todo se completa en el equilibrio desconocido.
Nos escoge nuestros propios dedos...
Y lo que arde siempre,
Siempre nos consume un poco.
VI
En las paredes que los vanos desesperadamente arañan,
Como cuando escarban sus vacíos,
Se puede ver una intemperie...
Una intemperie
Ya tan agrietada como una pintura perfecta.
Hay en el fondo pájaros de cal
Que afloran de la arcilla;
Hay un día soleado en la mitad del sol;
Hay la perplejidad de un silencio tan plano
Como una bola de cristal irrompible.
Sea por el insomnio, o porque el sueño
Gire en cada vuelta,
Sea por lo uno o por lo otro,
Las sombras rebosan diques en el sudor que se destila
De una gota rebosante.
Sólo falta un espejo que cuelgue de un clavo;
Un cuadrado así,
Donde lo que se repite se descuelgue de todas partes,
Donde se abran o se cierren las ventanas.
VII
Volver desde afuera
Y ver el horizonte al que no se entra.
Escoger entre otros días
Aquel instante que se sigue formando
Entre vapores detenidos.
Profetizar, cuando chocan las piedras,
Que los cristales pueden ser tan transparentes como filosos.
Cerrar los ojos y dormir
Hasta que aclare el sueño.
Volver desde adentro
Y ver el horizonte al que no se sale.
VIII
Ya descubro ciertas arrugas en mis lápices,
Aquéllas que con ellos he aprendido a dibujar.
El arte, como un espejo,
No envejece nunca,
Pues devuelve todo lo que para sí atesora.
Estos versos algo de estos versos dicen
O estos versos algún silencio callan.
LEJANÍA
Se te puede ver ahí,
Y he ahí también los lunares invisibles.
Se puede ver tu vestido
Cuando todo se desviste
Tu cabello que también en menguante urde
Los puntos infinitos del bordado.
Se te puede ver el vaso en una mano,
Y aun la otra mano tan incógnita
En el brindis.
Pero esos ojos,
Esos ojos tuyos que imperturbablemente vigilan,
Tan distantes y cercanos,
Te separan de lo visto.
PINCELADAS
Dibujas en tus versos
La reciente nieve de inviernos anteriores
Pájaros
Pájaros cuyos vuelos
Sólo se aquietan en las plumas transparentes
Cuando esas plumas descienden sin tocar el suelo
Cuando la escarcha se deshiela
Hacia lo tibio de un sol profético
HISTORIA
Desnudo se desviste
Algún secreto que también calla
Ya puedo tocar mis dedos
Ya puedo sentir la impalpable distancia
Escucho las prédicas
De valles y serranías
Y en cada casa ajena
Abro todas las ventanas
SUEÑO II
He leído tu sueño,
Es como un sueño relatado sin despertar de él.
Su amplitud de pez abisal
Emerge como las mismas olas.
Qué leer entonces,
Si también allí lo lees.
Como una carta, de ciertos versos,
Escrita de tu mano,
Que entre las manos tuyas se reúne al fin.
CLARIVIDENCIA
Qué vi en tus ojos antes de tus ojos
Qué vi en tu boca antes de tu boca
Qué plenitud, mujer, que al fin te veo,
Como si siempre tuvieras ojos;
Como si siempre tuvieras boca
Y tanta vida de tu vida;
Como si nunca careciera yo de nada.
BITACORA
Iría a verte, mujer,
Ahora mismo,
Pero estoy tan dentro de ti
Que no puedo salir de mí.
No es que esté perdido, no…
Porque cuán profética es la virtud
De este frondoso arraigo:
Sé que las flores afuera te gustan desde el alba
Y desde el crepúsculo,
Y que la nieve y que los pájaros
Y que los arroyos del deshielo
Y que los abedules montañosos invocan un cielo estepario
Que añoras en cada amanecer,
Con cada pariente ausente.
Sé, así en verdad lo sé,
Que me escribirías si tuvieras mis manos
Entre las tuyas.
Tal vez en sueños sí dormías conmigo,
Soñando ambos que despertaríamos del mismo modo.
Lo suficiente debe conservar mi memoria,
Como cuando recuerdo tus palabras.
Iría a verte a cada instante,
Desde el mismo lugar llegaría
Y cuando me vieras
Descubrirías algo de ti
Que ninguno de los dos supo al nacer.
Mañana dicen que hará buen tiempo,
Lo he escuchado en tantos vendavales
Que al fin se me figura el sol y aquellas flores
De una primavera tantas veces tan florida…
Quisiera al fin tocarte, tocarte siempre,
Aunque para ello no me acerque mucho,
Porque si nada de nada es lo que me agobiará con todo,
Yo de cualquier manera, decididamente,
Aquí mismo, entonces sin salir, te espero.
CADA UNO DE TUS CABELLOS
Quiero seguir a cada uno de tus cabellos
Al tiempo que a todos, y mientras crezcan de ti para siempre.
Porque dividido en todas esas direcciones
Reuniré mis esperanzas de no extraviar tus laberintos.
Volveré a encontrarme, cabal y en verdad sensible,
Cuando te vea de nuevo entre tus mismas hebras.
Para ese viaje que en cada extremo ya me aguarda,
Seguiré mi camino durante días y noches,
Durante sueños y vigilias,
Pasaré ayunos como desiertos
Y desiertos con sus cuarenta días
Y sus cuarenta noches de diluvios;
Y entonces milagrosamente tu cabellera,
Pródiga en su extensión indetenible,
Me abrirá las puertas de mis dedos, me tenderá los hilos
De un destino cierto.
No perderé tus palabras ni porque cierre su libro
La luna.
No me detendré, entonces,
Ni porque vuelvan mis huellas a alcanzarme.
SALVACIÓN
Tal vez el silencio otra vez
Vuelva
Cuando la vigorosa espuma lo prediga
Muchas veces
Entonces las olas
Entonces la orilla
Entonces el cielo
Entonces la tierra…
PRIMERA VEZ
Eres la primera vez que no estoy solo.
Soy la primera vez que no estás sola.
Por primera vez siempre lo sabremos,
Cuando la visita nos reúna.
AL AMANECER
Una lluvia
Desde los tejados se agrietaba
Hace tantos inviernos
Se agrietaba.
Esa noche soñé
Que el cielo iba filtrándose de a poco
Entre la nieve derretida,
Como el rocío que me despertó inmediatamente.
Salvémonos ahora,
Aprovechemos que los pies nos encaminan
Hacia nosotros.
PROMESA
Si ha menester de dibujos para tus libros,
Dibujaré y estamparé en las páginas elegidas un mundo entero,
Tan inspirado en tus poemas de otro mundo.
Si un retrato tuyo tiene una fecha exacta,
Lo terminaré a tiempo como a tiempo se te parezca.
Si necesitas que alguien te lea antes de leer,
Te leeré una historia escrita alegremente en tus manos.
Si prefieres escribir
Tendrás el papel que así prefieras.
Si necesitas hacer diligencias burocráticas,
Yo seré, por ejemplo,
El que vaya al banco
O el que vuelva de las aduanas
O ese mismo que patrióticamente prevalezca en inmigración.
Si quieres comer cuando tengas hambre,
O sucede que necesitas nutrir tu inquebrantable ayuno,
Yo cocinaré siempre para tus vinos añejos.
Si quieres reír,
Nunca tropezaré en tu gracia.
Si necesitas que la tosquedad sea oportuna,
Yo seré el que conjure las cucarachas en el baño,
Pero también el que sutilmente aparte los bichos de tus sueños.
Si precisas de un testigo excitante para tu propio gozo,
Yo seré, en esas ocasiones cuando no quieras a nadie,
Alguien más que ese testigo.
Si la intimidad nos define (y habrá definirnos en el vínculo),
Nos confesaremos,
A través de los mismos susurros del viento inabarcable.
Si no quieres más celos ni celosos atributos,
Compartiré tus votos y tus brindis sólo contigo, mujer.
Si ya no más piropos,
Callaré por vos y lo convenido será una música sutil.
Si quieres ser libre,
Quisiera ser también tu liberto esposo.
Si quieres ser mía, seré generoso como nunca
Y te compartiré contigo
Como nunca te has tenido
Y como de nadie he sido.
CODA
Mucho nos abruma ver por doquier la facultad alcance los demás vigores, sin que al menos se atisbe una grieta en heridas que nos conmueven hasta lo insondable. Aun porque de cualquier espuma se filtren lágrimas de otras esperas, el cielo es el mismo en su corriente interminable. En cada alborada el crepúsculo escoge las celestes profecías y sus propias profecías y también los pájaros que dormirán después del sueño venidero. El vacío, del que se teme tantas acumulaciones invasoras, no puede ahondar sus rincones en los ojos de criaturas transparentes.
Apenas se sabe que la soledad existe de verdad. Sí; como existe un espejo abandonado en una mesa abandonada dentro de una casa abandonada que está a la vuelta de una esquina abandonada entre las calzadas abandonadas de una ciudad abandonada.
Con todas las cosas encimas, como si ninguna se pudiese sostener de ningún punto, doy un paso cualquiera, un paso salvador que ha de preservarme, pues todos los pasos nos llevan al primero. No debería caer y de ningún modo caigo, pero también sé que no estoy sólo, que las raíces florecen de los capullos al fin y que la miel es mucho menos dulce que lo que empalaga siempre.
Bajo breves sombras, he esperado con audacia que lluvias ajenas hallen sus cauces muy dentro de cualquier gota, de cualquier gota a punto de caer.
II
Antes de amanecer descubrí que sigues lejos
Más lejos que ayer
Pero de pronto sucede que la misma lejanía es en verdad la ruta
De alguna devuelta ventaja
No hablo de montañas ni de mares
Ninguna tierra bajo los pies
Ningún abismo bajo la tierra
Es el cielo ajeno que cubre en algún ocaso
Son ciertas estrellas que perviven más allá de su esplendor
O acaso la memoria de verdades pasadas simplemente
No nos confió ningún secreto
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